CRÍTICAS: JULIO MORENO: OBJETOS QUE RECUERDAN A ALGO.

No lo recuerdo muy bien porque mi memoria ya está suficientemente ocupada en recordar cómo me llamo y que tengo que escribir mi artículo cada semana pero creo que hace poco (o relativamente poco) hubo una exposición no sé dónde en la que se exponían cacharricos que todos (sin excepción) tenemos en nuestras casas, coches y en otras ‘dependencias’ de uso personal y que, en principio, no tienen una utilidad directa en nuestras vidas y que eran perfectamente prescindibles.


Me explico con casos concretos: el coche va a seguir andando lo mismo sin la chapica del “no corras, papá” del salpicadero, sin el respaldo de bolas, sin el ambientador de pino o de limón valenciano y sin el perrico que mueve la cabeza al son de los baches, socabones y bandas sonoras de España (uy, me ha salido esto como muy de ‘Perlita de Huelva ¿no?, pero bueno), el pasador del pelo va a seguir agarrándose lo mismo a la cabeza de la ‘sufría’ muchacha que la lleve puesta sin la mariposa de los bosques polares con incrustaciones en cristalicos checos que lleva y la tele va a seguir siendo full HD incluso sin la gitanica ‘arrevolá’ en lo alto ‘agarraíca’ al cada vez menos espacio que le deja la tecnología emergente en lo que a televisiones se refiere (que, dicho sea de paso, la gitanica en cuestión no tiene que estar muy contenta con el adelgazamiento masivo de televisores que la está obligando a seguir siendo una feria, pero esta vez en la cuerda floja y sin mas equilibrio que la aerodinámica de sus peinetas y volantes, la pobretica está aguantando ‘maera’). Aquel que sea eminentemente práctico dirá, no sin razón también, que estas cosicas y, en algunos casos, cosazas sólo están ‘pa coger polvo’ y nada más e intentará deshacerse de esas cosas lo antes posible para hacer hueco al armario ‘empotrao’ que está a punto de llegar a la República Independiente de su Casa.


En cambio, a mi me gustaría resaltar de ellas su carácter sentimental y fetichista porque eso, fetichista, lo soy un rato largo y es que no se yo por qué pero me gusta considerar las cosicas no por su valor material sino por lo que signifiquen para mi. Dicho de otra manera, cuando vas de viaje a un sitio y compras lo primero que pillas o cuando alguien al que quieres mucho te regala algo, no le miras el valor material que ese ‘algo’ tenga (básicamente porque, si el amor es mutuo, ya tienes su corazón que es el regalico más importante que te pueden hacer y todo lo demás sobra) sino que lo que importa es de dónde viene e incluso guardas hasta el papelico de regalo con el que se envolvió como si fuera una reliquia santa o un valiosísimo resto arqueológico de una desconocida época pre-mesolítica.


También, al mismo tiempo (y eso es lo bueno también de los fetiches subjetivos), cada uno tiene los suyos propios, de manera que no entrará en conflicto con los de nadie y el uso y disfrute de los mismos se realizará tranquilamente sin nombrar el fuerte poder evocador de buen rollo que tienen esos objetos, ya que algunos de ellos son inclusos capaces de levantarnos el ánimo con sólo mirarlos.



Así que os invito, si lo tenéis a bien, a mirar a vuestro alrededor y mirar aquellos objetos (por supuesto, inservibles) que os evoquen algo y que sean, aunque sea una ‘miajica’, importantes para vosotros y dadles otra oportunidad ya que, por mucho Ikea que venga (que está también fenómeno), el recuerdo es insustituible. Guardadlos con amor, que son importantes, mientras otros seguiremos luchando para no confundir la versión sana del fetichismo con el síndrome de Diógenes.