La verdad es que nunca me ha gustado recordar las cosas malas o luctuosas de la vida. Más bien al contrario, siempre me gusta ver las cosas por el lado bueno, por la parte graciosa y sacarle punta a todo para reírme y hacer reír a todo el que me rodea, que yo creo que de eso se trata en esta vida ya que cuanto más riamos mejor porque luego al fin del camino (como dijo mi querida Karina) de lo que verdaderamente nos vamos a acordar es de lo bueno y de cuánto hemos disfrutado porque es bien verdad que los malos raticos vienen solos y los buenos hay que buscarlos.
En fin, voy a lo que voy que, como siempre, me enrollo y no doy ‘puntá’: como todos ya sabréis, esta semana se han cumplido ya cuatro años desde que “la más grande” se nos fue y, aquí viene a colación lo que he dicho antes ya que no me gusta recordar a nadie por el día que se muere o los días que hace que nos dejó pero lo que sí es cierto es que esta triste fecha me hace recordar a ella como lo que es: la más grande, Rocío Jurado.
Y no quiero recordarla por su muerte porque, siempre lo he dicho y entre otras cosas, me parece mentira que esa mujer se haya muerto. Y me parece mentira porque es verdad: no ha muerto, como no se ha parado (ni lo hará nunca) la ola que le traía amor y la que le hacía surcar los mares y como no han muerto tantas y tantas canciones que nos dio, verdaderos monumentos que sólo podemos admirar en su voz, y ¡qué voz!
Por eso y por toda ella, no voy a recordar (tampoco me acuerdo de mucho, ya sabéis mi mala memoria) su muerte, su enfermedad, no. Mejor me quedo con Rocío, la Rocío de los recitales, de las películas, de las coplas, del arte, del himno de Andalucía, la del “que no daría yo”, la de “Azabache”, la Rocío que disfrutaba con su público, con su familia, con su Virgen de Regla y la Rocío que nos emocionaba, que nos emocionará y que nos emociona a todos.
A Rocío, como a tantas personas queridas, le pasa que aunque nos digan que han muerto en cuerpo, nunca lo hará en alma y en recuerdo, en los corazones. Por eso, creo, si lo tenéis a bien, que voy a decir que esto no lo estoy escribiendo sólo porque hace unos añicos que Rocío se murió, no, mejor creo que voy a decir que esto lo estoy escribiendo porque ella es tan grande, la más grande, que quiere que la recordemos ahora que hace más calorcico y que más apetece bailar al son de sus canciones.
Ea, es por eso. ¡Ah! por eso y porque me ha dicho la luna que hablara de ella, que sé que nos quiere mucho a los que la queremos tanto y a los que nos gusta por artista, por coplera, por señera, por vanguardista, por ser ella. Por ser ella y por ser todos porque lo que le pasa a Rocío es que hace grande lo más pequeño, que es la sencillez de la grandeza, algo que ocurre en los corazones de todos cada día del año.
Por eso, como ella y para ella, también quiero dedicarle estas humildes palabricas a tantos que hacen años de lo que sea, porque, aunque se hagan años o siglos , siempre es buen momento para recordar a los seres que queremos por la razón que sea (y mejor que ésta razón sea buena). Por ella y por todos, porque aunque el calendario también ayude, los corazones laten por cada alma cada día, siempre.
2 comentarios:
Precioso homenaje y recuerdo para Rocio el que nos muestras en tu post de hoy.
Te ha salido del alma y no hace falta que lo jures, que has sido, eres y serás admirador suyo por el resto de tus días.
Seguro que donde esté ella, te mandará un guiño con una sonrisa.Yo te mando otro.
Saluditos.
Muy bonitas palabras. Sin duda aparte del legado cultural que nos ha dejado, es de resaltar la lección de valentía y el mensaje con el que se despidió: que pase lo que pase hay que luchar hasta el final con la cabeza bien alta; y que "ci nos paza argo que no sea porque no hayamo' lushao".
Te queremos siempre!!
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