Al más puro estilo de las súper producciones de Esteso y Pajares, nos llega ahora desde tierras africanas el mundial, poniendo las teles (cuanto más grandes mejor) más cotizadas que los autógrafos de la Marilyn en Hollywood en su época moza. Ahora nos toca ver los balones como sandías y las tarjetas amarillas y rojas como los murales que hacíamos en el colegio cuando éramos chiquiticos y también nos toca vivir el espectáculo que tienen en los pies los mejores futbolistas venidos de los cuatro puntos cardinales del mundo. Nos toca emocionarnos y vivir el mundial para apoyar cada uno al país que quiera o que sienta, en nuestro caso, España.
Yo personalmente no soy muy futbolero pero he de reconocer que todos estos eventos deportivos unen a los países y, con ellos, a la humanidad. Considero que jugar el mundial de fútbol puede ser una especie de válvula de escape de los países también, sobre todo ahora que tan mal lo están pasando algunos con el tema de la tan ‘traía’ y tan ‘llevá’ crisis.
Y son precisamente esas dos cosicas las que yo veo más positivas del mundial y de cualquier otro evento que una países que se precie. En un mundo como en el nuestro, todo lo que venga a unir y a dar paz es cosa buena ya que lo que hace falta es que, fuera de la propia competición sana del espectáculo, haya buen rollo entre todos para saber que, aunque sean cosas de deporte, hay cosas que podemos hacer todos juntos en amor y compaña.
Una vez ya hemos hecho la declaración de intenciones del mundial (que esperemos que, de verdad, sirva para unirnos, para hacernos más mundo y mas humanos a todos) creo que es necesario ahora ver el poder del fútbol en sí como elemento socializador. Y no, no voy a ponerme técnico, entre otras cosas, porque no soy filósofo ni ‘na’ y porque hay que divertirse y expandir la mente. Lo que se ve del fútbol es que, aunque no me guste a mi mucho, llena bares y casas de amigos, crea buen rollo y, por encima de todo eso, hace que unos con los otros nos lo pasemos bien, ahora que, como dije, hace tanta falta que echemos la mente y las ideas a volar para que no nos acordemos de las penicas.
Así que, fuera de qué equipo lleva la mejor alineación, de si aquello fue o no fuera de juego o de si lo otro fue o no falta para tarjeta y expulsión (cosas de las que no tengo ni idea porque estoy más ‘perdío’ con el fútbol que el carro de Manolo Escobar), creo que el mundial es una buena oportunidad para, como se dice popularmente, desfogarse y sabernos capaces de que, aunque sea una vez al año, hace falta ponerse la bufandica del país de cada uno y este año también bailar el waka-waka para que la copa del mundo la gane el mejor entre los mejores. Así que a disfrutar al que le guste y al que no, como a mí, que haga punto de cruz que, con todo lo que dura el mundial, vamos a poder hacer calcetines y rebecas para todos ahora que viene esta época tan fresquita.
En fin, mi deseo, para todos, que os lo paséis bien y que gane el mejor, que ya nos iremos enterando por la tele.
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