Como el almendro llega a casa por navidad, así también los exámenes vienen por estas fechas (y algo antes también) al encuentro de los estudiantes con más hambre de merendárselos que una cesta gaticos. Llegan y se van y casi siempre les pilla a los pobreticos estudiantes de por medio y eso que son más anunciados que el tren de las tres y media.
Y es que los exámenes son a los estudiantes lo que viene a ser la renta a los padres. Siempre vienen con la escopeta ‘cargá’ y con la patica ‘echá’ esperando coger al primer incauto de turno que o ha estudiado poco o que está despistado en el arte (porque eso es un arte) de intentar esconder la mitad del cuarto de chuletas, muslo y contramuslo que lleva adosadas a su cuerpo . Lo mismo que M.A. del Equipo A o McGiver se pegaban las bombas y los artilugios a sus ‘bodies’.
Pero eso, lo de las chuletas, es otro cantar sólo apto para mentes muy lúcidas y tendentes al hecho delictivo, el cual, claro está, yo no recomiendo bajo ningún concepto porque se debe de pasar muy mal si te la pillan o si no la puedes sacar por lo que sea y te quedas con la miel en los labios pensando que la Revolución Francesa la propuso Carpanta contra Mortadelo y Filemón y teniéndolo estupendamente escrito en la chuletica que está justo a 20 centímetros de uno sin poder hacer uso de ella, en fin, que mal trago.
Pero como uno ha sido cocinero antes que fraile, sé de primera mano lo que es un examen (y dos y tres y mil) y sé que son más pesados que un viaje en carro y que aparecen (los más duros al menos) justo ahora que hacen unos días de sol y de calorcico que si fueran los días de chocolate, nos lo comeríamos de arriba abajo. Justo ahora que abren las piscinas, que se llenan las playicas y justo ahora que hay más luz del sol. Pero esto último, no os preocupéis, es una confabulación de los astros a favor del estudiante y de su economía. Y es que dijo el sol en su creación: “Si me han ordenado que tengo que lucir más tiempo durante una época del año, mejor lo hago en primavera/verano que se que los estudiantes tienen que estudiar y así les ahorro un pastón en flexos, bombillas (azules, por supuesto) y en la factura de la Sevillana”, convirtiendo (por obra y gracia del sol) el hábito de estudiar por estas fechas en uno de los más baratos y asequibles del mundo, haciéndolo, por ende, el ‘pasatiempo’, favorito de los padres para los hijos que agradecen abnegados tantas horas de luz natural para meterse entre ojos y nuca los 33 facilísimos nombres de los Reyes Godos o la formulación de carbonatos nitrosos y pentasódicos, un placer en toda regla.
En fin, que todos sabemos que los exámenes son pesados y muy ‘sufríos’ y que cuando tenemos el calendario delante, tachamos los días con más alegría que cuando hacemos la quiniela o la primitiva pero lo que también es cierto es que, según prestigiosísimos y recientes estudios de las Universidades de Massachusetts, Lowa y Texas, se sabe a ciencia cierta que ningún examen ni ninguna asignatura se ha comido nunca a ningún estudiante y que estos siempre han podido con ellos, por duros que sean. Así que, desde aquí, os mando ganas a camiones para que hagáis los exámenes muy bien, que las aprobéis todas y llevaos un BIC azul o negro de repuesto que siempre se gastan en el momento más inoportuno y si luego el BIC se acaba o la asignatura se suspende, tampoco pasa nada porque lo que tenéis que tener claro es que los exámenes se acabaran aprobando, aunque algunos prefieran septiembre (o el año que viene) para darnos la alegría (ah, y los BICs son también muy baraticos). Así que, ¡Mucho ánimo!
J.Moreno
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