JULIO MORENO: DÍMELO DESPUÉS DE LA PUBLICIDAD

Siempre me ha llamado la atención la publicidad. Me gustan las situaciones, a veces surrealistas y extrañas, que se plantean en los anuncios y, por supuesto, dado que me pone lo retro, me chiflan los anuncios antiguos en los que lo cañí y lo añejo salen a relucir.



Al hilo de los retro-ads, se me vienen a la mente, por ejemplo, los anuncios (por todos conocidos) en los que la simpar Carmen Sevilla se pegaba unos bailecicos y unos cantes por mor del autorradio que le había regalado su novio Arcadio, pero es que, ya sabe, es normal que se cante, se baile y se toque porque cuando uno tiene un Phillips, indefectiblemente se pertenece a una familia feliz. Cerca de cuando la Sevilla demostraba su arte para Phillips, también encontramos aquellos míticos anuncios de “Mantenga Limpia España” que nos recordaban que “nuestra ciudad era la continuación de nuestras casas” y aunque “un estuchado” no era nada, había mucha gente que “tomaba café” y, claro, la calle se quedaba echa un cisco si todos lo tiraban al suelo (por cierto, dicho sea de paso, ese anuncio me enseñó la palabra “estuchado” para referirse al paquetico de azúcar de toda la vida).



Siguiendo con este mini-repaso publicitario del pasado, también me gustaría destacar los anuncios de coches. La verdad es que es muy curioso ver cómo ha cambiado la manera de intentar vender un coche a través de un anuncio que, como mucho, llega a los 60 segundos. Me llama la atención sobre todo, aunque mi comparación caiga en un anacronismo, cómo se destacaban antes cualidades en los coches como muy novedosas cuando hoy en día todos las traen de serie porque, creo yo, no deja de tener su gracia ver cómo galaneaban el Ford Fiesta o el Seat Ibiza de antes y cómo rulan los de ahora, algo que, para mí, no tiene precio y les da, más valor, si cabe, tanto a los antiguos como a los nuevos modelos.



Mención aparte y, por último, merecen los anuncios de productos de limpieza. Si, se que en este sección tengo un filón en el pasado con anuncios míticos como los de Tres Sietes (arte folclórico del tanguillo al servicio del Neoclor), el del Scotch Brite (“yo no puedo estar sin él”) o el del trenecico “para-manchas” del Wipp Expreeeeeeess, pero no, no diré nada de ellos (aunque sería bueno verlos en el 'yotubí para recordar viejos tiempos, si lo tenéis a bien) porque la que me ha llegado al alma es, sin duda, la muchachica de la Neutrex que se dedica a venir del futuro para anunciarle a la mujer del presente la lejía densa, sin duda, un triunfo publicitario y de producto ya que la alienígena nos trae (por fin) una lejía que no gotea a la primera de cambio y además con una estética que ni la Marisol en aquel ‘2001’ de Lazarov. Puro futuro en el futuro, deberá de estar pensando ahora Pepa Flores.



En todo caso, los cambiemos o no cuando vemos la tele (con la excepción de TVE ahora) lo que sí es cierto es que la ‘publi’ pertenece a nuestras vidas y cada uno guarda en la mente y en el corazón aquellos (o estos) anuncios que, por otra parte, serán de lo último que se nos olvide ya que tienen la facultad de, con sus melodías y eslóganes pegadizos, agarrarse donde puedan de nuestro subconsciente. De hecho, yo llevo toda mi vida con la Farala en el cerebelo, ahí ‘agarrá’ y, cuando no tengo ninguna canción en la mente, me sale ella, que, dicho sea de paso, era divina además de nueva en la oficina.

JULIO MORENO