Cuando se habla de cine y de cuestiones peliculeras, a nadie se le despista que todo el mundo (críticos incluidos) siempre hablan de diversos aspectos como la iluminación, el vestuario, los actores principales y secundarios e incluso, por hablar, se habla hasta de la claqueta y de los posibles romances (en la vida real, claro, que es lo que mola) que tuvieron los actores que participaron en la película (ya se sabe que son muchas horas de rodaje y el roce, claro está, hace al cariño y luego pasa lo que pasa y bueno, me callo que ya está ahí el “Sálvame” para contarnos el resto de las aventuras y desventuras de los actores y actrices de las pelis del momento).
Ahora bien, dadas las circunstancias, me veo en la necesidad casi imperiosa de hablar de unas grandes olvidadas en el mundo del celuloide y que tienen también mucho que decir a la hora del uso y disfrute de una buena película: las roseticas, bueno, o como se conocen más popularmente, las palomitas, ya sean Popitas, las que venden en la puerta del cine o de la marca del Carrefour.
A las palomitas, pobreticas mías, se les ha dejao de la mano de Dios durante años siendo lo importantes que son. Y es que tienen glamour porque acompañan a las estrellas y beben de su estela de éxito. Una roseta sabe mejor cuando se come viendo a Sofía Loren o a Claudia Cardinale o también con la Pe o con el Bardem. La propia roseta se regodea con gusto dentro de la boca, discreta a la par que grandiosa, te acompaña, te invita a coger otra sin apartar la mirada de la pantalla y, aunque estés ‘embobaico’ mirando la peli, ella se agarra de tus dedos y se mete casi solica en la boca porque aun cuando tu mano se dirige irremediablemente a tu nariz, es la roseta la que reconduce la trayectoria para irse a tu paladar para que las saborees, sabedoras de que están buenas. Y es que las rosetas son tan completas que hasta saben a beso cuando los protagonistas se besan y se adaptan a cada momento de la película como un guante a la mano.
Por todo esto y por mucho más, poniendo justicia en la historia del cine, creo que si fuera por mí, yo les a las palomitas pondría un pisico en el centro aunque como están muy conectadas con el cine, creo que sería mejor ponerlas en los títulos de crédito. Anda que no quedarían bien, ahí, al lado del “starring”, con letras de oro y bien en grande para que luego firmen autógrafos aunque sea ‘metías’ en el paquete en la estantería del Mercadona.
Aunque, creo yo, también sería una buena compensación si los festivales de cine que hay por todo el mundo (como el de Málaga ahora, por ejemplo) dieran un accésit o un premio de esos de honor vitalicios a las palomitas para que sepan que, sin ellas, Sam no la hubiese tocado otra vez en “Casablanca”, ni la doncellica le hubiese puesto tan primorosamente el corsé a la señorita Escarlata para que lo luciera con el Clark Gable en “Lo que el viento se llevó”. Así que, sin dudarlo, hay que reconocer que por ti, palomita, por ti es el cine lo que es.
JULIO MORENO
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