Último viernes de Abril. Casi mayo. El lorenzo comienza tímidamente a salir después de un invierno más largo que un día sin pan. Y es eso, el pan, lo primero que nos acordamos de quitar de nuestras sufridas dietas cuando empezamos a sudar y los bañadores, bikinis, trikinis y otros artículos de baño comienzan a saltar dentro del armario. Ya le entra la desesperación a la abuela, al perro, al canario e incluso a la cobaya tibetana, que come menos pienso y funde la ruedecica de darle ‘revolás’. Nos apuntamos como posesos al gimnasio y clamamos por un “personal trainer” inmediatamente para decirle aquello de “hazme tuy@” o “soy sólo y ‘na’ más que ‘pa’ ti”.
Y es que las moyas, lorcicas, michelines y otros enseres de nuestro abdomen aparecen como champiñones en la Sierra de Cazorla y no se van ni con agua hirviendo de nuestro perímetro. Nos tiramos en plancha a la colección de DVDs del “Saber Vivir” que nos regaló la tita Enriqueta justo después de aquella comida familiar en la que, por haber, hubo hasta café, copa y puro. Nos hacemos fans de la Doctora Roselló hasta en el ‘Feisbu’ y aprovechamos para hacer ejercicio hasta cuando subimos las cosicas del cesto a la cinta en el Mercadona. Uno por uno, despacico, moviendo la tableta, aunque nos riña la abuelica que tenemos detrás, da lo mismo, todo sea por moldear el torso.
También, lo que en Enero y Febrero era una buena copa de chocolate con la nata más montada que la policía de Canadá se convierte ahora en un triste Vitalinea que, como mucho, es cremoso y con agentes saciantes. ¿Y la nevera? Ay, la neverica. Antaño llena de morcillas, choricicos y jamoncico del bueno, ahora parece la selva sudanesa hasta con reporteros del ‘Nachioná Yeografi” escalando por el botellero rumbo a las inexploradas tierras del huevero, casi en toque de queda por la “Ley del Uno a la Semana”. La Coca-Cola y la Fanta, también, se convierten ahora Light o Zero aunque, claro está, preferimos el agua y, a partir de mediados de mes se penaliza el uso libre del mando a distancia hasta nueva orden (o hasta que entre el otoño).
Y todo esto porque llega el veranico y tenemos que lucir los mejores cuerpos para que lo único redondo que se vea en la playa y en la piscina sea el balón de Nivea para, así, triunfar en la operación bikini o trikini.
Ahora bien, erigido como el mejor de los nutricionistas, me atrevo a dar una novedosa y revolucionaria “dieta-milagro” sin DVDs, sin lechuga y sin fajas reductoras. Así que allá va mi fórmula: un buen ‘puñao’ de autoaceptación, de comprensión y de buena voluntad echándole ‘su poquita’ de auto estima y de optimismo. No olvidar hacerlo siete días a la semana y veréis como así tendremos éxito en la operación bikini luciendo el mejor cuerpo posible de todos. El que tenemos ahora mismo. Pues eso, el mejor, ni más ni menos.
Julio Moreno
