Puede que en muchas ocasiones nos encontremos con situaciones que vienen a nuestras vidas que nos desesperan y a su vez nos provocan una profunda impotencia. Desde aquí intentaré plasmar aquellas que más me impacten y con las que, a mi juicio, todos nos encontramos.
Seguro que muchas veces has tenido que recurrir a las llamadas de atención al cliente de muchas de nuestras compañías de teléfono, esas malditas llamadas que empiezan con un contestador, que quiere fingir que sabe mucho del tema y que nos va a ahorrar tiempo.
La verdad que a mí personalmente me saca de mis casillas con esa voz tan lenta que encima si no me entiende clarito, empieza a liarme con los dichosos numeros, marque uno para esto, dos para aquello, para salir este, mi madre, ¡qué lío! Si algo no entiendo es que en estos tiempos de crisis no sean capaces de contratar a alguien que nos atienda de primera hora, que no nos haga perder el tiempo y que pueda dejar de dar la lata con los “numeritos”.
Fijaos el panorama. Desde el momento en el que tengo que estar pendiente de la señorita o señorito que me habla tipo robot, mirando a la pantalla a ver el número que marco, con el teléfono en la oreja para no perder el hilo, porque claro como me equivoque, otra vez a empezar: Repita usted o encima si ya quiere que te trabajes un poquito el autocontrol acaba diciéndote: “no conseguimos entenderle parece ser que hay problemas, llame de nuevo o inténtelo más tarde.
Llevo una hora con el móvil en la oreja( se me pegó eso de ser malagueño) y ahora me dice que llame de nuevo ¡uf! O por otro lado, acaba diciéndome que me espere un ratito que me van a pasar con un operador. Entonces esperas con musiquita, eso sí, aburrida y siempre la misma, y de repente me sale una voz que oigo muy mal y que parece que esté metida dentro de una cueva porque no consigo escucharla con claridad.
A todo esto uno ya cabreado se calla porque por fin parece ser que alguien me va a ayudar. Le explico mi problema con detalle todo ilusionado por el momento, y ella se limita a preguntarme por mi nombre. Tras decirle mi nombre su respuesta es: espere que lo consulto, mas musiquita. Yo sigo esperando, la solución está cerca pero mi sorpresa es cuando me dice de nuevo ‘Sr. Fran disculpe la espera( eso sí educados lo son y pelotas un rato también) le paso con un compañero que le va a ayudar’; me pasa con otro y otra vez a empezar.
A todo esto uno ya cabreado se calla porque por fin parece ser que alguien me va a ayudar. Le explico mi problema con detalle todo ilusionado por el momento, y ella se limita a preguntarme por mi nombre. Tras decirle mi nombre su respuesta es: espere que lo consulto, mas musiquita. Yo sigo esperando, la solución está cerca pero mi sorpresa es cuando me dice de nuevo ‘Sr. Fran disculpe la espera( eso sí educados lo son y pelotas un rato también) le paso con un compañero que le va a ayudar’; me pasa con otro y otra vez a empezar.
Éste siguiendo la estela de su anterior compañera y con ese acento sudamericano meloso, que me enferma, acaba por decirme lo mismo. Hasta el punto que cansado de llevar tanto tiempo al teléfono conocen alguna de esas palabras que tanto nos definen a los españoles y que tan expresivas y claras son, eso sí, acompañadas de un golpe de teléfono y con la amenaza de ME VOY A CAMBIAR DE COMPAÑÍA. Al final sigo con el mismo problema, con la misma compañía y no puedo negarlo acabo llamando de nuevo porque llego a la conclusión de que todas son iguales.
¿Por qué no luchar por un servicio mejor cuando pagamos por él? Sí ya lo decía al principio me tienen hasta el gorro, ¿ Y a ti?
Un saludo y un abrazo a todos
Hasta la próxima semana, Fran burgos
1 comentario:
Muy bueno Fran. Un saludo
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