Más pesado para muchos niños que las mochilas que tienen que llevar en sus espaldas, llega (este año con más prisa que nunca) la vuelta al cole como el expreso de las cinco.
Y es que el ritual se repite cada año: en cuanto el ‘carrefú’ empieza a llenarse de libros, a los chiquillos ya les empieza a rondar en la cabeza la idea de que hay que volver al cole sí o sí y empiezan ya a imaginar cuáles van a ser las excusas que se inventen para evitar los primeros días. Claro que también es parte del ritual otras cosas como que siempre (por muy pronto que los nenes andaluces empiecen) siempre hay otra comunidad (usualmente del norte) que ha empezado unos ‘diícas’ antes y sale en la tele para terminar de amargarle las vacaciones a los chiquillos de aquí que, con resignación, forran los libros y meten los lápices del número dos en los plumieres nuevecicos.
Por otra parte, también es parte del ritual que, en esos reportajes de la tele, siempre salga un chavea diciendo que ya tenía gana de volver y que las vacaciones se le estaban haciendo ya cuesta arriba porque tenía gana de ver a la maestra o al maestro, la clase nueva, los libros nuevos, los compañeros nuevos, etc. No dudo que eso sea así (de hecho, a mi de pequeño me pasaba) pero anda que la gracia que le tiene que hacer al que no quiere volver que salga semejante ‘esquirol’ diciendo eso y, para colmo, va el nene y lo dice ¡en la tele! Es en ese momento cuando la madre o el padre del chiquillo que no traga el cole le dice al pobretico: “¿Ves? Si el cole es muy bonito, vuelves a hacer plasti, a hacer dibujicos, a hacer de todo con tus amiguicos.
Te lo vas a pasar bomba”. De esta manera, se le hace al nene la espera del cole más imposible que nunca, porque encima se deslegitima su poca gana de cole y se ensalzan las palabras ‘pro-cole’ del otro hasta la categoría de verdad universal, algo que le hace menos gracia que un higo chumbo aplastao en una cocina.
Lo que sí es cierto, rituales aparte, es que, al menos para mí cuando era chico (y también como he dicho antes para algunos nenes a los que se le da eco en la tele) el cole era lo mejor que podía pasarme y venía acompañado de un montonaco de sensaciones nuevas que me encantaban y que me ponían las pilas para el año siguiente y que se caracterizaban por ser todas muy nuevas: los amigos de nuevo, los libros nuevos y ese olor tan bueno que tenían cuando los ojeabas (claro que de los libros siempre te faltaba uno (o unos cuantos) y tenían los padres que estar detrás del librero hasta la Semana Santa), la clase, la cartera nuevas, etc.
JULIO MORENO
Y es que aunque los algunos nenes (a pesar de sus padres, que sí) no tengan muchas ganas y que cuesta a veces volver a la rutina, lo que sí es innegable es que el cole tiene muchas cosicas para pasárselo bien y disfrutar y más ahora que seguro que tienen jornada reducida, al menos, al principio. Por mi parte, desear mucho ánimo a todos los chiquiticos y ‘cuidaíco’ con las punticas de los lápices que se parten muy fácil.
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