Míralo, ya ha llegado. Como todos los años, no ha fallado y aquí está. Después del 31 ha llegado el 1. Con lo larguico que ha sido Agosto, da paso a Septiembre, un mes de los de 30 días, más pequeñico, pero muy bonico también, eso sí, Septiembre viene (o eso dicen) a poner las cosas en su sitio, la rutina en su lugar, los libros de texto en las mochilas y las puertas de los colegios, de las oficinas y de casi todo abiertas. En definitiva, Septiembre viene a devolvernos a la realidad pero, en principio, a una realidad aún salpicada de verano porque uno, que quiere mucho a este mes, siempre ha pensado que Septiembre todavía es verano porque, para todos aquellos a los que nos gusta el estío, el inicio de Septiembre supone empezar el trocico final del verano, pero sigue siendo del verano, que es lo importante.
Y si no, ¿cómo no va a ser verano un mes en el que aún hace solecico y calor (aunque sea menos) y en el que aún hay muchas ferias y fiestas en muchos pueblos de nuestra geografía? Bueno, vale, no es un San Fermín en pleno Julio de canícula, pero también hay aún fiestas muy importantes que recuerdan a las más profundas entretelas del verano. Además, otra razón más para ver Septiembre como un mesecico muy veraniego es que oficialmente es verano (hasta el veintialgo, no me acuerdo bien) y, como dije antes, sigue haciendo buen tiempo (en toda la extensión de la palabra “buen” porque hace un poquitico de menos calor y eso hace que Septiembre sea muy agradable) por lo que no es difícil dejarse embaucar por los encantos veraniegos aunque el calendario ya marque 9.
No obstante, aunque a uno le gusta pensar que (al menos en su primera parte) este mes sigue siendo veranico (con todo lo que eso conlleva), sí que es cierto que hay razones para ver que esto se empieza a acabar y que, como decía, todo vuelve a la rutina: el cole de los chiquillos, los padres que ya vuelven a trabajar, los días más cortos,… pero, si tuviera que decir una súper-razón por la cual ya va languideciendo el verano es sin duda la proliferación masiva, casi en plan invasor (y sin el casi) de los fascículos. Si, amigos, los fascículos, esos aguafiestas que aparecen a últimos de Agosto y que nos van diciendo: “Es hora de que sientes la cabeza, de que dejes la cervecica en el chiringuito y de que desinfles los flotadores y te pongas a coleccionar casicas de muñecas” para que, al menos, compremos la primera entrega, que es la barata.
Porque esa es otra, mira que hay colecciones de los fascículos: que si casicas de muñecas de todas las nacionalidades, que si coches de antigüedad, que si maquetas de todo lo inimaginable,… Sin olvidar los imprescindibles sets de maquillaje y, cómo no, los cursos para aprender todos los idiomas del mundo en dos semanas y tres cuartos de otra. Y es los fascículos pueden traer el otoño de la mano pero nos dejan cosicas de lo más curioso.
En definitiva, que si estáis con el síndrome de después de las vacaciones en cualquiera de sus muchas fases, recordad que, a pesar de la vuelta al cole, los fascículos marca Acme y los días más corticos, queda verano aún para disfrutar antes de que el quiosquero tenga que salirse del quiosco para meter las segundas entregas.
JULIO MORENO
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