Aprovechando el rinconcico semanal a través del cual derramo y desparramo mis paranoias cada semana, quiero, siendo fiel a la tradición, seguir con una paranoia más y hacerle un homenaje (no sin merecer) a un viejo habitante de nuestras calles que últimamente, gracias a digitalismos y la pandilla de los mega píxeles, pasa cada vez más desapercibido: el fotomatón.
Porque… ¿a quién no ha sacado el fotomatón de más de un apuro?, ¿quién no ha ido alguna vez a renovarse el DNI y se ha encontrado con que la foto más reciente que tenía de uno mismo era una ecografía de antes del parto? Una vez ya tenemos el pánico que nos lleva al grito de desesperación, nos damos cuenta de que ahí está él, al ‘laíco’ de la comisaría o del sitio donde estemos para decirnos “chill out” o como diría Chiquito: “relaaaajáteeeer” y prestarnos, por sólo unos euros, toda su tecnología punta.
Porque, mira que un fotomatón tiene tecnología, eh. Yo es que me quedo maravillado de cómo en 1 metro cuadrado puede haber tantísima cosa junta. Si cuando yo era chico el fotógrafo tardaba como mínimo unas horas en revelar las fotos del carrete (si no, acordaos de aquellos cartelicos que estaban en las puertas de los fotógrafos que decían “sus fotos en X horas” o algo así, que no me acuerdo de cuántas horas eran), ¿cómo es que el fotomatón sacaba las fotos por el “bujerico” a los cinco minutos de haberse echado las fotos? Para mí eso siempre me ha parecido un misterio y, cuando yo era chiquitico, creía que, dentro del fotomatón, había uno/a revelando las fotos metido/a en una atmósfera romántica con una luz roja y colgando las fotos que se acaban de hacer con una pinza en una cuerda para que se sequen. Hoy comprendo que no puede ser así, más que nada porque el fotomatón que está al ‘laíco’ de mi casa está todo el día al sol y, con el calor que hace, si encima tiene que estar uno/a ahí dentro me parece a mi que fotos iba a revelar pocas porque ya es difícil estar dentro del fotomatón para echarse una foto como también para meterse aún mas dentro de él a revelar fotos.
De todas maneras, independientemente del misterio del revelado, también es interesante reparar en los elementos de su mobiliario. Ese fondo de plástico blanco (que por otra parte siempre esta roto y pintarrajeaíco, el pobre) y ese taburetico tan bonico que se adapta a nuestra altura para poner los ojos a la altura del dibujo, la cortinica,… Todo en los fotomatones es tan bonico y tan pequeño…
Finalmente, ¿son los fotomatones usados sólo para echarse fotos? La respuesta es no. Si no, analizaos y veréis como alguna vez habéis usado el fotomatón para cualquier cosa (más o menos confesable, eh) aparte de para echarse fotos. Son un reducto de intimidad en plena vía pública y si no, haced la prueba de buscar un fotomatón cerca de un ‘mercaíllo’ y veréis cómo por arte de magia, lo que antes servía para echarse fotos, ahora se convierte en un probador que ni el Corte Inglés (menos mal que no echan fotos sin echar ‘los dineros’ porque si no, iban a salir más bragas de ‘nicra’ que caras).
En fin, que yo desde aquí le doy un ole (y dos) a los fotomatones para que se cuiden y para que se valoren porque han fotografiado a los españoles desde que los DNIs se hacían papiro porque no hay nada más glamouroso que una buena foto ‘made in’ fotomatón.
JULIO MORENO
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