Con la llegada de los meses de verano y especialmente cuando los mesecicos se ponen a y cuarto o en punto y como si de una ‘bandá’ de pajaricos se tratara, nos echamos a las carreteras de España para recorrerlas de arriba a abajo rápidamente para llegar a los lugares de destino con el sano fin de descansar o, si es que ya toca, volver a la casica para lavar los bañadores y las toallas (para sacarle la omnipresente arena) y empezar a trabajar muy descansaicos y bronceaicos pero con pena en el alma (que dicho sea de paso, la penica esa se pasa rápido, así que ánimo al que se encuentre sufriendo en sus entretelas el síndrome post vacacional en estos momentos).
Pero centrémonos en el hecho de llegar, es decir, de viajar para alcanzar nuestros destinos. Muchos lo hacen en avión, otros en barco pero la inmensa mayoría (y más ahora que por mor de la crisis nuestros destinos se han hecho más cortos en general) los hacen en coche o en cualquier otro aparatico con ruedas que pueda ir por las carreteras (léase moto, furgoneta, camión, camioneta, kart, patinete, triciclo, skate, etc).
Y hay que ver lo que montamos cada vez que decimos todos movernos al mismo tiempo. Sólo hay que darse una vueltecica por la entrada y salida de nuestra comunidad, Despeñaperros, para llegar a darse cuenta de cómo hemos podido los seres humanos fabricar tantísimos coches y como hay tantos ambientadores de pino y tantos respaldos de bolas para cada uno. Claro que puestos a pensar, veo que, con el fabricante de coches, el que se ha forrado también han sido el fabricante de perros que mueven la cabeza en la bandeja de detrás a ritmo de los baches y el de las placas grabadas con la leyenda de “No corras, papá” con las fotos de los chiquillos más bonicos que el día de su Comunión, que son dos complementos indispensables en el habitáculo del coche.
Pero considerando los atascos y las aglomeraciones que estas fechas provocan, yo sugiero a todo aquel que las tenga que pasar un poco de paciencia e imaginación en esas tesituras. Un atasco no es sólo una aglomeración de coches que impide nuestro paso para continuar la marcha. Un atasco es mucho más en la medida en que supone tiempo libre para poder hacer lo que queramos.
Un universo de opciones se abre ante nuestros ojicos y cuánto más grande sea el atasco, más cosas podremos hacer. La clave entonces está en no desesperarse por lo que no podemos hacer gracias al atasco o lo que nos estamos perdiendo por no llegar a tiempo a algún lado sino en centrarse en lo que hay e intentar aprovechar el tiempo libre que nos llega sobrevenido. Por ejemplo, es una gran oportunidad para hablar relajadamente con la familia y amigos que lleves en el coche o para bajarse del coche y ponerse a hablar con los de los coches de al lado y así hacer amigos.
También podemos tomar el solecico, admirar el paisaje donde nos encontramos y ‘frikear’ un poco con el teléfono móvil (especialmente los que tengan ‘aifones’ y otras tecnologías similares), que eso siempre entretiene mucho. En todo caso, lo que siempre nos quedará, por muchas opciones que nos pongan para matar el rato del atascadero es el punto de cruz, el ganchillo y otras tareas de croché. Mirad si no a las señoras que, muy doctas, sacas las agujas en plan ‘power ranger’ androide a la primera de cambio y te hacen una funda para el pan o para el servilletero en menos que se santigua un loco y además lo hacen con un ‘laboraíllo’ haciendo unos dibujicos que ni Zara los hace igual. Eso es entretenimiento productivo made in señora.
En todo caso, hagamos lo que hagamos en los atascos, lo que hay que hacer es intentar disfrutar las vacaciones al máximo y, sobre todo, ser muy prudentes en la carretera porque la verdadera alegría de las vacaciones no está sólo en pasarlas sino también en contarlas y en pensarlas para el año que viene.
JULIO MORENO
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