Como todo sabréis ya, vamos a tener prontico (no me acuerdo ahora mismo del día exacto) una huelga general. A mí eso, personalmente, me parece muy bien siempre y cuando sea algo justificado (que lo es, nada más que por la situación que tenemos) y siempre que sirva para defender a los trabajadores (que lo es), pero ahí yo no entro porque, sinceramente, no entiendo yo mucho de huelgas (más que nada porque me pierdo yo con tantísimas leyes y reformas laborales y sus correspondientes enmiendas a la totalidad, que no sé lo que es pero que me ha quedado estupendamente aquí puestecico) aunque, como digo, para mi esta y otras huelgas están de lujo si es que se defiende a todos los trabajadores para que tengamos mejores condiciones y para que, aquellos que no tienen un trabajo por desgracia, puedan conseguirlo pronto, que seguro que así será porque nos hace mucha faltica.
No obstante, me acuerdo así muy vagamente que, cuando yo era chico, a mi esas dos palabras juntas: “Huelga General” me daban mucho miedo y no por lo que significaban, que yo no lo debía de saber, claro, sino que me imponían mucho porque las veía yo como algo muy importante que podría preocupar a los mayores aunque luego después me daba mucha alegría porque, cuando había huelgas generales (no es que me acuerde yo exactamente pero supongo que sería así) o bien no tenía cole o bien, si iba, me tiraría toda la mañana haciendo “plasti” o correteando por los pasillos o por el patio de un lado para otro, más feliz que un marranico en un charco mientras mis profesores se iban a la manifestación o se quedaban en sus casas para apoyar la reivindicación que tocara.
Y es que las palabras, y es a lo que voy, tienen mucho efecto, sentido y fuerza en las mentes de las personas, aunque (como me pasaba a mí con las “huelgas generales”) ni sepamos lo que realmente significan porque, nosotros, en nuestras mentes, ya le damos un sentido diferente al que realmente tienen. Así que, fuera de toda semántica e incluso de la pragmática más abierta y amplia, el mecanismo mental de los efectos psicológicos de las palabras (especialmente cuando somos chiquiticos) se abre como un abanico para sugerirnos lo que las palabras evoquen porque, seguro que habrá alguno o alguna por ahí al/la que aquello de lo de la “huelga general” que tan importante e imponente veía yo cuando era chico, le sugiriera risa o cualquier otro sentimiento diferente a lo que realmente significa o al que me sugería a mí en su momento.
Así que, os invito, si lo tenéis a bien y si queréis pasar un buen ratico, a que rebusquéis en vuestras mentes para ver qué palabras tenéis por ahí en “huelga general de significado” para que las activemos y le demos aquel divertido y curioso significado extra y puramente psicológico que tenían en su momento y que, seguramente en algún punto de nuestras vidas, llegaron a ponerse por delante del significado real, pero (esa es otra), eso sí, ¿cuál es el significado “real” de una palabra o expresión? Yo creo que la lengua la hacen los hablantes y, si bien hemos de llegar a puntos comunes para entendernos, el lenguaje es tan objetivo como subjetivo así que yo, si me lo permitís, seguiré asociando las huelgas generales con la plastilina como las gambas con las almejas o la trucha con el trucho, tan ‘pegaícos’ siempre.
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