Mira que me he propuesto exponer e intentar reflexionar con palabras acerca de lo que ha ocurrido en España con el fútbol estos días pero la verdad es que hacer una narración fidedigna y que refleje los mismos sentimientos que todos (sin excepciones) hemos sentido es algo muy difícil por no decir imposible pero claro, como dice el eslogan de no sé qué casa comercial: “Impossible is nothing” y si no, que se lo digan a los causantes de tanta alegría y de tanta emoción inenarrable a la que me estoy refiriendo. Quizá con ese eslogan en mente y pensando que en esta vida sirven más las ganas y la voluntad que el resto de factores, podemos decir hoy que la Selección Española nos ha hecho los campeones del mundo, con todo lo que eso conlleva, que no es poco, sobre todo si consideramos los factores psicológicos colectivos extra-deportivos.
Vaya por delante que a mi el fútbol no me va mucho (básicamente porque entiendo yo menos de fútbol que de matemáticas que ya entiendo yo poco de la ley ‘pitagorina’ y sus ecuaciones de noveno grado, raíces (y puntas) cuadradas, etc) y que la verdad, por otra parte, es que este mundial me ha venido muy bien para relajarme durante los partidos ya que el resto del mundo que me rodeaba estaba viéndolo y yo, mientras tanto, como digo, he aprovechado para tener tiempo libre o para aprovechar para hacer cosicas como escribiros y otras cosas súper importantes como hacerme las uñas a la francesa, la permanente a caracolico y otros ‘acicalamientos’ físicos para mi persona y alrededores.
Ahora bien, una vez hecha esta pequeña aclaración sobre mis gustos futboleros, tengo que decir que la última fase de este mundial (y a medida que España iba ganando) sí ha suscitado en mí un interés más fuerte y no por los propios partidos (que no llego yo a los 90 (o más) minutos) sino por la ilusión, esperanza, alegría y unión que se desataba entre todos. Personalmente creo que eso, por muy ligado que esté al futbol, ya trasciende de él mismo y se hace bandera de todos y de todas en tanto en cuenta representa una actitud dentro y fuera del país hacia la vida en sí.
Y es que nunca había visto yo a mi país tan contento y tan felíz y nunca había visto yo a todos y a todas tan unidicos y tan bonicos saltando de alegría sin tener en cuenta ningún prejuicio de los normalmente se tienen y que creo yo que no sirven nada más que para desunirnos. Por esto, ahora que ya hemos visto y comprobado lo bien y lo agustico que estamos felices, simpáticos y alegres, pienso yo deberíamos seguir así siempre porque una sonrisica a tiempo, una comprensión, una empatía bonica y una ‘palmaíca’ en la espalda la necesitamos todos cada día para seguir adelante con fuerza y empuje.
Así que ánimo, que ya hemos demostrado que estar unidos es lo mejor y, aunque esta unión venga del fútbol a la sociedad, creo que el buen rollo es bueno venga de donde venga y que podemos, de sobra, demostrar que podemos exportar el buen rollo hasta en cajas de zapatos y en las cabezas de los langostinos hacia donde queramos porque lo valemos y porque la alegría salta en cuanto comprendemos y apoyamos a los demás tengamos o no logros deportivos tan importantes como el que hemos tenido y por el que, claro está, felicito a la “Roja” y, también, al pobretico pulpo Paul al que, por cierto, espero que le pongan un consultorio esotérico y que le den muchas almejas vitalicias porque se lo merece.
JULIO MORENO
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