La actual crisis económica se ha venido propagando a un ritmo vertiginoso en el conjunto del sector bancario. Las medidas de política económica que adoptan los gobiernos nacionales no surten el efecto suficiente para reequilibrar el sector que sigue cayendo. Los instrumentos financieros de la banca estadounidense permitieron que los bancos experimentaran unos beneficios sin precedentes en la historia, los cuales fueron repartidos entre los accionistas de dichas entidades. Todo ello fruto de la especulación bursátil (como ya ocurrió en Octubre de 1929).
No obstante, las autoridades se mostraron bastante pasivas a pesar de tener cierta certeza de que algún día estallaría la burbuja especulativa e inmobiliaria. Ellos permitieron que los capitales fuesen objeto de especulación gracias a la adopción de políticas neoliberales. La situación se hace más irritante cuando acuden a salvar a los bancos con dinero público.
Los bancos, culpables directos de la crisis, utilizan el dinero procedente de los impuestos de la población para sanear en la medida de lo posible sus balance, es decir, el dinero real inyectado por el gobierno a la banca, no llega a la actividad productiva para reanimar y recuperar, aunque fuese parcialmente, la estabilidad macroeconómica mundial.
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