Hacía ya unos días que no tenía la oportunidad ni el tiempo de sentarme de nuevo para reflexionar en ésta, mi realidad al descubierto, la ventana donde florecen en macetas de vida mis sentimientos.
Hoy quiero dedicar esta sección a los niños. Sí, esos niños que en cualquier lugar te arrancan una sonrisa. Y hablo de ellos con conocimiento de causa, porque gracias a las catequesis o en mi figura de un joven tío sé lo que son y hasta lo que pueden lograr hacer dentro de cada corazón.
En estos días cuando estamos haciendo balance del año de catequesis, ante todo se me han venido a la mente, los niños, el futuro hecho presente o el presente que poco a poco será futuro y realidad. Ellos con su inocente mirada pueden ondar en tu corazón de una forma inigualable, porque saben desde las palabras más bellas e intrépidas arrancarte una sonrisa o conseguir que de tus ojos broten lágrimas cargadas de sentimiento.
En esta vida, en la que no nos paramos a pensar, reflexionar, agradecer a la vida y solo hacemos recriminar lo malo, pelear y competir, son necesarios más que nunca los niños. ¿Qué sería de las calles sin los grupos de niños jugando al pilla-pilla?¿Cómo podría un abuelo sonreír sin el cálido beso de sus nietos?¿Sería posible un futuro sin unos niños que educar?
Evidentemente son la llama del fuego de la vida, el punto de salida de cualquier camino y la meta de llegada para el que se sienta viejo y antiguo. En ellos encontrará ese niño que todos llevamos dentro y podrá ilusionarse recordando esa infancia, a veces más dura y otras más benévola que el presente. Por eso hoy quiero romper una lanza a favor de los niños.
Esos que me han sabido escuchar, se han llenado de mis consejos y lo mejor me han hecho aprender de ellos y me han ayudado a descubrir que la vida es mucho más que lo visible y tangible.
Por todo ello, no al maltrato infantil ni a la explotación laboral. Si a la sonrisa de la infancia, a las miradas ilusionadas y la educación en valores e igualdad.
SI A LA INFANCIA, LA LLAMA DE ESTA VIDA.
Con Cariño...
Un niño que sigue buscando su cometa...
Luis Algoró.
Hoy quiero dedicar esta sección a los niños. Sí, esos niños que en cualquier lugar te arrancan una sonrisa. Y hablo de ellos con conocimiento de causa, porque gracias a las catequesis o en mi figura de un joven tío sé lo que son y hasta lo que pueden lograr hacer dentro de cada corazón.
En estos días cuando estamos haciendo balance del año de catequesis, ante todo se me han venido a la mente, los niños, el futuro hecho presente o el presente que poco a poco será futuro y realidad. Ellos con su inocente mirada pueden ondar en tu corazón de una forma inigualable, porque saben desde las palabras más bellas e intrépidas arrancarte una sonrisa o conseguir que de tus ojos broten lágrimas cargadas de sentimiento.
En esta vida, en la que no nos paramos a pensar, reflexionar, agradecer a la vida y solo hacemos recriminar lo malo, pelear y competir, son necesarios más que nunca los niños. ¿Qué sería de las calles sin los grupos de niños jugando al pilla-pilla?¿Cómo podría un abuelo sonreír sin el cálido beso de sus nietos?¿Sería posible un futuro sin unos niños que educar?
Evidentemente son la llama del fuego de la vida, el punto de salida de cualquier camino y la meta de llegada para el que se sienta viejo y antiguo. En ellos encontrará ese niño que todos llevamos dentro y podrá ilusionarse recordando esa infancia, a veces más dura y otras más benévola que el presente. Por eso hoy quiero romper una lanza a favor de los niños.
Esos que me han sabido escuchar, se han llenado de mis consejos y lo mejor me han hecho aprender de ellos y me han ayudado a descubrir que la vida es mucho más que lo visible y tangible.
Por todo ello, no al maltrato infantil ni a la explotación laboral. Si a la sonrisa de la infancia, a las miradas ilusionadas y la educación en valores e igualdad.
SI A LA INFANCIA, LA LLAMA DE ESTA VIDA.
Con Cariño...
Un niño que sigue buscando su cometa...
Luis Algoró.
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