Slumdog Millionaire. ¿Dónde se encuentran en la verdadera riqueza?
Como no podía ser de otra manera, me gustaría comenzar esta nueva temporada hablando acercar de Slumdog Millionaire, la gran ganadora de los Oscar que consiguió conmover a la crítica y alzarse con ocho de las diez nominaciones a las preciadas estatuillas. Esta adaptación de la novela ¿Quién quiere ser millonario? de Vikas Swarup, nos llega de la mano del cineasta Danny Boyle, director de películas como Trainspotting, La playa o 28 días después, mostrándonos una vez más su gran facilidad para pasar de un género o a otro, en un cine con modestos presupuestos y sin muchos alardes.
La atracción de la película se comienza a ver sólo con el título Slumdog millionaire, que podríamos traducir como algo parecido a “perro de calle o paría millonario”. La forma de introducir la historia es a lo que menos perspicaz e ingeniosa, por un lado asistimos a la emisión del programa “¿Quién quiere ser millonario?” en su versión India, cuyo protagonista participar por 20 millones de rubias, y por otro lado a su tortura e interrogatorio por ser sospechoso de hacer trampas. De este modo, se da pie a que Jamal (Dev Patel) relate, a modo de flashbacks, las causas que la han llevado hasta allí y concursar en el famoso programa, consiguiendo atrapar la atención del espectador desde el primer minuto.
La historia nos sitúa en la India, en pleno Mumbai, país de contrastes en todos los sentidos la palabra, donde los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres. En sus comienzos, recuerda a la película de Ciudad de Dios de Fernando Meirelles, con sus kilómetros y kilómetros de insalubres y putrefactas favelas, aunque el trascurso de los acontecimientos no tiene mucho que ver. También hablar muy sutilmente de mafias que controlan la ciudad, de explotación infantil e incluso de prostitución. Una ciudad corrompida en la que una vida humana es igual a nada y donde la supervivencia del más fuerte prima sobre todo.
A pesar de todo esto la película también reflexiona acerca de segundas oportunidades, el destino y el esfuerzo para superar obstáculos y avanzar en la vida. La obcecación del protagonista por conseguir su amor de infancia, su esperanza y su fortaleza espiritual en parte alentar y reconforta.
Como no podía ser de otra manera, me gustaría comenzar esta nueva temporada hablando acercar de Slumdog Millionaire, la gran ganadora de los Oscar que consiguió conmover a la crítica y alzarse con ocho de las diez nominaciones a las preciadas estatuillas. Esta adaptación de la novela ¿Quién quiere ser millonario? de Vikas Swarup, nos llega de la mano del cineasta Danny Boyle, director de películas como Trainspotting, La playa o 28 días después, mostrándonos una vez más su gran facilidad para pasar de un género o a otro, en un cine con modestos presupuestos y sin muchos alardes.
La atracción de la película se comienza a ver sólo con el título Slumdog millionaire, que podríamos traducir como algo parecido a “perro de calle o paría millonario”. La forma de introducir la historia es a lo que menos perspicaz e ingeniosa, por un lado asistimos a la emisión del programa “¿Quién quiere ser millonario?” en su versión India, cuyo protagonista participar por 20 millones de rubias, y por otro lado a su tortura e interrogatorio por ser sospechoso de hacer trampas. De este modo, se da pie a que Jamal (Dev Patel) relate, a modo de flashbacks, las causas que la han llevado hasta allí y concursar en el famoso programa, consiguiendo atrapar la atención del espectador desde el primer minuto.
La historia nos sitúa en la India, en pleno Mumbai, país de contrastes en todos los sentidos la palabra, donde los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres. En sus comienzos, recuerda a la película de Ciudad de Dios de Fernando Meirelles, con sus kilómetros y kilómetros de insalubres y putrefactas favelas, aunque el trascurso de los acontecimientos no tiene mucho que ver. También hablar muy sutilmente de mafias que controlan la ciudad, de explotación infantil e incluso de prostitución. Una ciudad corrompida en la que una vida humana es igual a nada y donde la supervivencia del más fuerte prima sobre todo.
A pesar de todo esto la película también reflexiona acerca de segundas oportunidades, el destino y el esfuerzo para superar obstáculos y avanzar en la vida. La obcecación del protagonista por conseguir su amor de infancia, su esperanza y su fortaleza espiritual en parte alentar y reconforta.
También quiere manifestar a través de las diferentes posturas que adoptan cada uno de los hermanos, la “libre” disposición del ser humano ante las dificultades y la vida. Contrapone la realidad, a menudo demasiado dura, con el mundo de la televisión lleno de falsedad y apariencia. En definitiva, podríamos decir, que la película busca una reflexión acerca de dónde reside la verdadera riqueza en este mundo ¿en el dinero, en la fama o en el espíritu y el amor?
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