Hoy quiero invitaros a irnos de viaje a una isla solitaria en el mar de las ideas, a una isla dónde sólo estés tú y una palmera que sabe lo que es sentir la soledad y que tiene como eternas amigas a las olas del mar. 
Imaginar miles amaneceres en plena naturaleza, viendo amanecer y atardecer sin miedo de que nadie te quite de tus ojos esa bella estampa. Poder caminar un mismo camino pero sin miedo de que nadie te haga daño, haciéndote fuerte, buscando tu propio alimento, siendo naufrago con el miedo dentro y la sonrisa fuera. Ver las gaviotas cruzar el cielo y los mayores pescados saltar sobre el azul del mar, que es el azul del cielo. Podría ser maravilloso tumbarse bajo esa humilde palmera, a su sombra sin pensar en nada más que en vivir, o sobrevivir, pero pensar en la vida.
Sin embargo, que sería de las frías noches de temporal sin el abrazo de tu pareja o de tu madre arropándote con el calor que desprenden. Que sería de tus partidas de parchís o tu juego de cartas con los amigos de toda la vida. Que sería no tener camino para conseguir una meta, que sería no tener principios porque no son necesarios, o vivir sin tener a quien contar las experiencias vividas. Al llegar la noche mirarías la luna y desearías que fuese un espejo donde poder ver a todos tus seres queridos, al vecino que compra el pan contigo cada mañana, al compañero de clase que se despide cada fin de semana o a tu mascota que salta sobre ti cuando te ve llegar.
Vivir de esa manera tendría algo muy positivo LA FE DE SOBREVIVIR, pero algo muy negativo NO TENER A NADIE CON QUIEN AFRONTARLO.
A todos los que se sientan solos.
Aquí tienen un amigo, el que les escribe desde una isla pero no aislada, la isla de la amistad, en esa si viviríamos todos... Luis Algoró
Imaginar miles amaneceres en plena naturaleza, viendo amanecer y atardecer sin miedo de que nadie te quite de tus ojos esa bella estampa. Poder caminar un mismo camino pero sin miedo de que nadie te haga daño, haciéndote fuerte, buscando tu propio alimento, siendo naufrago con el miedo dentro y la sonrisa fuera. Ver las gaviotas cruzar el cielo y los mayores pescados saltar sobre el azul del mar, que es el azul del cielo. Podría ser maravilloso tumbarse bajo esa humilde palmera, a su sombra sin pensar en nada más que en vivir, o sobrevivir, pero pensar en la vida.
Sin embargo, que sería de las frías noches de temporal sin el abrazo de tu pareja o de tu madre arropándote con el calor que desprenden. Que sería de tus partidas de parchís o tu juego de cartas con los amigos de toda la vida. Que sería no tener camino para conseguir una meta, que sería no tener principios porque no son necesarios, o vivir sin tener a quien contar las experiencias vividas. Al llegar la noche mirarías la luna y desearías que fuese un espejo donde poder ver a todos tus seres queridos, al vecino que compra el pan contigo cada mañana, al compañero de clase que se despide cada fin de semana o a tu mascota que salta sobre ti cuando te ve llegar.
Vivir de esa manera tendría algo muy positivo LA FE DE SOBREVIVIR, pero algo muy negativo NO TENER A NADIE CON QUIEN AFRONTARLO.
A todos los que se sientan solos.
Aquí tienen un amigo, el que les escribe desde una isla pero no aislada, la isla de la amistad, en esa si viviríamos todos... Luis Algoró
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