La decoración de la madera era nula. Aún temblaba aquella estructura de finas varas como patas que vi por la tarde. Pero la ilusión de los que trabajaban en ella la hará un objeto digno de ver y de portar a la Reina Inmaculada.
Y de ilusiones se llenan las vidas humanas. Una ilusión nace de ideas. Vivimos entre ilusiones cumplidas y otras que están por llegar. Aunque a veces los finos hilos que nos separan de nuestros sueños se transformen en auténticos muros infranqueables, los cuerpos pueden hacerse transparentes y puros, y el trabajo y la constancia amigos para terminar con, realmente, matices para hacer feliz, a uno mismo o a los demás.
Intensamente, el trabajo avanza y la ilusión no se despega. Un grano de arena no sirve para crear nada. Un puñado te hace recordar viejos sueños que sirvieron, pero no es suficiente. Hace falta gritarle al viento y salir a luchar en la vida, sin olvidarnos de la ilusión. Es vida permanente.
(Porque nuestro viejo río sigue igual... y nació de una ilusión)
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