Compartir experiencias con otras personas es algo que siempre recuerdas. Lo curioso de vivir en un mundo tan complejo es que algunos son felices con cosas muy simples.
Con esta filosofía, un grupo de jóvenes inquietos decidió irse un fin de semana a Archidona, perdidos en una finca, a disfrutar de tres días basados en vivir desconectados del mundo más material y a profundizar en la oración desde lo más profundo.
Una habitación fría y gastada puede convertirse con muy poco en una sala de oración, una capilla. Cuando estás solo delante del crucifijo puedes sentir algo, pero realmente el calor llega al corazón cuando otras personas se unen a tu canto.
En el interior es más difícil cambiar a los demás. Todos necesitamos de esa corrección fraterna a veces, aunque siente mal. Pero para eso existen luminosas mañanas en las que lo mejor es escribir y dibujar con los dedos guiados por el alma.
Pero quizás el momento más íntimo se convierta en el más sincero. En donde vemos a Dios: las cosas sencillas, los amigos, un lugar, un escalofrío... se hace patente con el amor que profesamos. Como sal y luz que sois, guiáis y provocáis alegría de vida en el entorno, y amar al prójimo también es querer.
Y aunque no siempre todo es físico, vi en la mañana del Domingo a Silvia, que sonreía al lado de Cristy; a Rafa unido a un coro de voces junto a Pablo; a Maca y Bego de pie, cerca de Sierra. Y a Tomy, Octa, Ana, Cristina, Maite... sentados a la mesa.
¡GRACIAS! En vosotros lo veo...
1 comentario:
q bonito JL!
graciias por todo
un besazo(L)
maria mgd*
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