«Se ha hecho justicia». Con esas palabras Barack Obamaanunció a su país al filo de la medianoche -5.35 de la madrugada en España- que las fuerzas especiales estadounidenses mataron ayer a Osama Bin Laden. No fue en una cueva de Afganistán sino en una impresionante mansión construida a medida para hacerle de fortaleza en Abbottabad, a 56 kilómetros de la capital pakistaní. Lasreacciones de júbilo y esperanza no se han hecho esperar en un día que pasará a la historia.
La operación quedó en manos de un pequeño comando de élite en dos helicópteros, que no se comunicó en ningún momento con las autoridades pakistaníes. De hecho, fuentes de la inteligencia estadounidense contaron anoche que «poca gente en el gobierno lo sabía. No se informó a ningún otro país» , dijo un alto cargo. Bin Laden resistió el ataque antes de ser abatido de un disparo en la cabeza, y un responsable de seguridad estadounidense ha asegurado que la misión del comando era la de matarle y no la de apresarle.
El comando que descendió ayer a la fortaleza donde estabaBin Laden y su familia tardó menos de 40 minutos en completar la misión y dejó atrás apenas cuatro cadáveres: un hijo adulto de Bin Laden, una mujer que según EE UU fue utilizada como escudo humano por uno de los combatientes y los dos hermanos propietarios de la mansión, que sin saberlo llevaron a EE UU hasta su jefe. Dos esposas y cuatro hijos del terrorista han sido además detenidos. La CIA les seguía la pista desde hace cuatro años con pistas proporcionadas por otros prisioneros, pero no fue hasta agosto pasado cuando se descubrió la impresionante mansión que habían construido.
«Cuando la vimos por primera vez nos quedamos impresionados», contó una fuente de la inteligencia. «Era ocho veces el tamaño de cualquier casa de la zona y estaba construida con el evidente propósito de albergar a alguien muy valioso: tenía un muro de entre cuatro y seis metros de altura coronado por una alambrada, tres pisos de altura pero pocas ventanas al exterior y acceso restringido por dos garitas. En lugar de dejar la basura fuera para la recolección, como el resto de sus vecinos, la quemaban, y pese a costar un millón de dólares no tenía teléfono ni internet».
El intensivo rastreo que comenzó en septiembre empezó a dar frutos en febrero, pero no fue hasta el viernes por la mañana, el mismo día en que el mundo admiraba ensimismado la boda real, cuando Obama dio la orden de entrar en acción y capturar a Osama bin Laden vivo o muerto. El líder de Al-Qaida, símbolo del fundamentalismo islámico, «murió en el curso de un enfrentamiento armado». Las fuerzas especiales cumplieron con el encargo de llevarse su cadáver para asegurar la identificación del mismo, pese a que uno de los dos helicópteros estadounidenses no pudo despegar del campamento de por un fallo mecánico. Después de huir todos en el otro aparato que quedaba en funcionamiento hicieron volar el que dejaron en tierra, dejando la
mansión en llamas.
sur.es
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